jueves, 30 de abril de 2009

Puccini

Giacomo Antonio Domenico Michele Secondo Maria Puccini, (22 de diciembre de 1858 - 29 de noviembre de 1924) fue un compositor italiano de ópera, considerado entre los más grandes, de fines del siglo XIX y principios del XX. Nació en Lucca, localidad toscana.

Es uno de los pocos compositores de ópera capaces de usar brillantemente las técnicas operísticas alemana e italiana. Se le considera el sucesor de Giuseppe Verdi. Algunas de sus melodías como "O mio babbino caro" de Gianni Schicchi y "Nessun Dorma" de Turandot forman parte hoy día de la cultura popular.

Su primera ópera fue Le Villi (1884) y su primer triunfo Manon Lescaut (1893). Además de doce óperas, Puccini escribió otras obras notables, como una Misa solemne, un Himno a Roma, un capricho sinfónico, dos preludios sinfónicos y tres minués para cuarteto de cuerda.


Nacido en una familia de músicos (los Puccini fueron durante generaciones maestros de cámara del Duomo (Catedral) de Lucca), después de haber perdido a su padre a la edad de cinco años, fue enviado a estudiar con su tío Fortunato Magi, que le consideró un alumno no particularmente dotado y sobre todo indisciplinado.

Más tarde consiguió el puesto de organista y maestro de coro en Lucca. La leyenda dice que la decisión de dedicarse al teatro musical le vino después de asistir en 1876 a una representación de Aida de Verdi en Pisa, a donde había llegado a lomo de una mula.

Corresponden a este periodo las primeras composiciones escritas, entre las que destacan una cantata (I figli d'Italia bella, 1877), un motete (Mottetto per San Paolino], 1877) y una Misa (1880).

En 1880, con la ayuda de un pariente y una beca, consiguió inscribirse en el Conservatorio de Milán para estudiar composición con Antonio Bazzini y Amilcare Ponchielli. En ese mismo año, a la edad de 21 años, compuso la Misa, que marca la culminación de la larga relación de su familia con la música religiosa. Aunque Puccini la llamó correctamente la Messa, una Misa, se la conoce popularmente como la Misa de Gloria.

Esta obra anticipa la carrera de Puccini como compositor de ópera, al mostrar atisbos de la capacidad dramática que más tarde liberaría en la escena, ya que las poderosas arias para tenor y bajos solistas son más operísticas de lo habitual en música religiosa. Además, la orquestación y la potencia dramática la comparan con la Misa de Réquiem de Verdi.

Mientras estudiaba en el Conservatorio, Puccini obtuvo un libreto de Ferdinando Fontana y participó en un concurso para realizar una ópera de un acto en 1882. Aunque no ganó el concurso, Le Villi se representó en 1884 en el Teatro dal Verme de Milán y llamó la atención de Giulio Ricordi, editor de música, que le comisionó una segunda ópera para estrenar en el Teatro de la Scala de Milán, pero Edgar (1889), que le costó cinco años de trabajo, no tuvo mucho éxito y en los decenios posteriores sufrió sucesivas modificaciones radicales sin llegar a entrar en el "repertorio".

Entre tanto, en 1884, Puccini había formado una familia, iniciando una convivencia que duró, con vicisitudes, toda la vida con Elvira Bonturi, mujer del farmacéutico de Lucca Narciso Gemignani. Elvira llevó consigo a su hija Fosca, y en 1886, nació Antonio, llamado Tonio, el único hijo del compositor.

Desde 1891 en adelante, Puccini pasa la mayor parte de su tiempo en Torre del Lago, una pequeña localidad a unos 20 kilómetros de Lucca situada entre el Mar Tirreno y el lago Massaciuccoli, al sur de Viareggio. Al principio vivía en una casa alquilada y pasaba mucho tiempo dedicado a la caza, aunque continuaba visitando Lucca regularmente. Sin embargo, en 1900 compró un terreno y construyó una casa al borde del lago. Puccini vivió en ella hasta 1921, cuando la contaminación del lago por los trabajos de extracción de turba le obligaron a trasladarse a Viareggio, un poco más al norte.

Después del semi paso en falso de Edgar, la tercera ópera – Manon Lescaut – fue un éxito extraordinario, quizás el mayor de la carrera de Puccini. Además, fue el inicio de la la colaboración con los libretistas Luigi Illica y Giuseppe Giacosa. Illica y Giacosa escribieron después los libretos de las siguientes tres óperas de Puccini, las más famosas.

La primera, La Bohème (basada en la novela de Henri Murger Scènes de la vie de Bohème), es, quizás, su ópera más famosa. Entre las obras maestras del panorama operístico tardorromántico, La Bohème es un ejemplo de síntesis dramatúrgica, estructurada en cuatro "cuadros" .

La siguiente ópera, Tosca, representa la incursión de Puccini en el melodrama histórico. El tema, tomado de Victorien Sardou, puede recordar algunos estereotipos de la ópera verista, pero las soluciones musicales anticipan más bien, en particular en el segundo acto, el naciente expresionismo musical.

La tercera ópera es Madama Butterfly. Está basada en un drama de David Belasco y es la primera ópera exótica de Puccini. Su estreno en la Scala de Milán en 1904 fue un solemne fiasco, probablemente en parte orquestado por sus críticos. Sin embargo, después de algunas modificaciones, esta ópera obtuvo un pleno éxito que dura hasta hoy.

La colaboración con Illica y Giacosa fue ciertamente la más productiva de la carrera artística de Puccini. A Luigi Illica, dramaturgo y periodista, le correspondía la tarea de esbozar el fondo y definir la trama poco a poco, discutiéndola con Puccini, para acabar con un texto completo. A Giuseppe Giacosa, autor de comedias de éxito y profesor de literatura, le correspondía el delicado trabajo de poner en verso el texto, manteniendo tanto los aspectos literarios como los musicales, tarea que realizaba con gran paciencia y sensibilidad poética.

La última palabra la tenía siempre Puccini, al cual Giulio Ricordi le apodaba el Dogo, por el predominio que ejercía en el grupo. Ricordi contribuía también personalmente a la creación de los libretos, sugiriendo soluciones, de vez en cuando escribiendo versos y, sobre todo, mediando entre los libretistas y el músico en las ocasiones de las frecuentes controversias debidas a la costumbre de Puccini de revolucionar el hilo dramático durante la génesis de las óperas.

A partir de 1903 comenzaron los años más difíciles de la vida de Puccini. En ese año, el músico, apasionado de los automóviles, resulta gravemente herido en un accidente de coche y debe seguir una larga y penosa convalecencia.

En 1906, la muerte de Giacosa pone fin a la colaboración a tres que había producido las precedentes obras maestras. Todas las tentativas de colaboración solamente con Illica naufragaron, en particular en el proyecto de una Maria Antonietta.

En 1909, una nueva tragedia y un escándalo golpean profundamente al músico: su aya, Doria Manfredi, de 23 anos, objeto de los celos obsesivos de Elvira, se suicida envenenándose. Este drama agravó más tarde las relaciones el compositor y su esposa.

En 1912, muere también Giulio Ricordi, el editor al cual Puccini se sentía profundamente ligado y a quien consideraba un segundo padre.

En el aspecto artístico, la pasión por el exotismo (del cual nació Madama Butterfly) empujaba cada vez más al artista a afrontar el lenguaje y los estilos de otras tradiciones musicales: nacieron así, en 1910, La fanciulla del West (La chica del Oeste), un western de antes de que existiera este término; y en 1917, La rondine (La golondrina), concebida inicialmente como opereta y convertida finalmente en un híbrido singular entre este género y el de la ópera lírica. Esta crisis se manifestó en la gran cantidad de proyectos abortados, abandonados en un estado de trabajo avanzado (véase la lista del final). A fines del siglo XIX, Puccini intentó también, en varias ocasiones, colaborar con Gabriele D'Annunzio, pero sin llegar a acabar sus obras, quizá debido a que no congeniaban.


La última ópera, Turandot, quedó inconclusa, ya que Puccini murió el 29 de noviembre de 1924, en Bruselas, como consecuencia de complicaciones durante el tratamiento de un cáncer de garganta para el que había ido a tratarse allí y del que solamente su hijo conocía la gravedad real. Puccini era un fumador compulsivo.

Las últimas dos escenas de Turandot fueron acabadas por Franco Alfano, bajo la supervisión de Arturo Toscanini. La noche del estreno, el propio Toscanini, que dirigía la orquesta, interrumpió la interpretación donde el maestro había dejado la composición. En el día del estreno en La Scala, cuando muere Liu y el coro canta "Liù, bontà perdona! Liù, docezza, dormi! Oblia! Liù! Poesía!" Toscanini se volvió al público desde el podio dejando la batuta, y con voz queda y emocionada mientras lentamente se bajaba el telón, pronunció las siguientes palabras: "Aquí finaliza la ópera, porque en este lugar murió el Maestro". La versión que completó Alfano se presentó en la segunda noche. En 2001, vio la luz un nuevo final, compuesto por Luciano Berio y basado en el libreto y los esbozos de Puccini.

Basada en una fábula teatral de Carlo Gozzi y representada por primera vez en 1926, Turandot es la primera ópera pucciniana de ambientación fantástica, cuya acción —como se puede leer en la partitura— se desarrolla «en el tiempo de las fábulas». En esta ópera, el exotismo se convierte en la propia forma del drama: la China es así una suerte de reino de los sueños y de eros, con apariciones, fantasmas, voces y sonidos provenientes de la otra dimensión de fuera de la escena.

Puccini se entusiasmó rápidamente con el tema y con el personaje de la princesa Turandot, altiva y sanguinaria, pero tuvo dudas en el momento de poner la música al final, un insólito final feliz, sobre el cual trabajó un año entero sin conseguir acabarlo.


Figura de proa del mundo operístico italiano, Giacomo Puccini se alejó de la tendencia dominante en su época, la ópera verista.

Es difícil situar a Giacomo Puccini en el panorama internacional, ya que su música, por su contínua evolución artística, no tiene la tensión innovadora de muchos de los mayores compositores europeos de la época.

Puccini se dedicó de manera casi exclusiva a la música teatral y, al contrario de los maestros de la vanguardia novecentista, escribió siempre pensando en el público, cuidando las representaciones y siguiéndolas en las giras por el mundo.

Aunque creó solamente doce óperas (comprendidas las tres en un acto que componen el Tríptico) sus obras se han asentado en los repertorios de los teatros líricos de todo el mundo. Los ingredientes fundamentales de su teatro son la variedad, la rapidez, la síntesis, la profundidad psicológica y la abundancia de hallazgos escénicos.

El público, bien que a veces desorientado por las novedades de cada ópera, al final se ponía de su parte; por el contrario, la crítica musical, en particular la italiana, consideró durante mucho tiempo a Puccini con sospecha u hostilidad. Se le solía acusar en Italia a Puccini de comercial y se decía que su música no era ni italiana, ni rusa, ni alemana, ni francesa. No obstante expresaron su admiración por su trabajo contemporáneos como Stravinski, Schoenberg, Ravel o Webern.

El gran mérito de Puccini fue su inclinación ecléctica, asimilando y sintetizando con habilidad y rapidez lenguajes y culturas musicales diferentes. Para aproximarse a la personalidad artística de Puccini es preciso indagar en las relaciones que urdió con las diferentes culturas musicales y teatrales de su tiempo.


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